Desde hace miles de años la observación de las estrellas nos ha ayudado a orientarnos y nos ha indicado el camino a seguir.
Así es como acogemos a los niños, los observamos y acompañamos en el camino que nos marcan.
Las estrellas son cuerpos celestes que brillan en el firmamento con luz propia; desde la distancia nos parecen casi todos iguales, pero en realidad cada uno de ellos brilla con una intensidad característica.
Así es como vemos a los niños, cada uno con su energía y sus necesidades e intereses característicos.
Alrededor de las estrellas orbitan planetas y otros elementos acondicionados por su presencia, formando los sistemas planetarios.
Así es como preparamos los espacios de juego, poniendo a los niños en el centro y favoreciendo que decidan lo que quieren hacer.
Incluso, si buscamos un lugar idóneo y esperamos lo inesperado, podemos ver una estrella fugaz atravesando el cielo.
Si damos el espacio adecuado y el tiempo necesario, podemos ser testigos de los descubrimientos de los niños.